FAUNA DE ARCHIVO: 2. EL MARQUÉS

No os perdáis una nueva colaboración de los expertos en gestión documental Jano Archivos y Gestión.

Dentro de la variada fauna que habita en todos los archivos, tanto públicos como privados, es de justicia empezar por la parte superior de la escala social, sabiendo que siempre en la parte más ínfima y despreciable se encuentra el profesional de los archivos, por detrás incluso de las cucarachas, en la parte opuesta nos encontramos al Marqués.

Para los profanos de la Archivística puede parecer poco serio que se dediquen estas colaboraciones a este asunto, pero los Sistemas de Archivos producen una fauna autóctona y distinta a la que normalmente se encuentra en la mayoría de los centros de trabajo, las causas que propician la proliferación de estos especímenes resultan desconocidas a día de hoy para los sabios.

El Marqués por lo general mira, estorba y obstaculiza, pero peor es cuando actúa con una actitud humillante hacia los demás especialmente al archivero, sobre el que vuelca sus frustraciones y traumas por medio de humillaciones y sobrecargándolo de trabajos mientras que lo jalona con comentarios llenos de jactancia y vanidad infantil del orden de “A esta la voy a hacer trabajar” o “Nos vamos a divertir un rato viendo correr al Director del Archivo”.

El Marqués por lo general mira, estorba y obstaculiza

Con insufrible frecuencia resulta que esas tareas y actividades que asume el profesional de los archivos son en realidad competencias del Marqués, pero se despacha con que “El no está aquí para eso” o emplea a menudo la frase-consigna “Eso no me corresponde”, como sinónimo de «Esas eran mis funciones y ahora me encargaré de que caigan en la espaldas del archivero-insecto», ya que con independencia de la categoría profesional del Marqués, que abarca desde mozo a jefe de servicio, los archiveros se les antojan como seres ínfimos, más cercanos a los coleópteros que a los de un titulado universitario con máster, publicaciones etc. Su preocupación se centra en mantenerlos en un nivel inferior al vasallaje, mientras que actúa como una suerte de plaga que todo lo infecta, estropea y paraliza.

Los archiveros se les antojan como seres ínfimos, más cercanos a los coleópteros que a un titulado universitario

Del mismo modo que los demonios tienen jerarquías, entre estos marqueses también las encontramos. Hemos tratados a grandes rasgos los elementos distintivos de esta especie, y a continuación vamos a centrarnos en dos subespecies, destacándose primero el Marqués de las Pamplinas, en donde la capacidad de enredo alcanza cotas rayano a lo sublime.

El Marqués de las pamplinas

En principio puede parecer que tiene capacidad de delegar funciones, además de supervisar haciendo gala de una educación no precisamente palaciega ni sutil, ya que importuna con preguntas y comentarios hirientes, mostrándose en todo momento insatisfecho y distante con sus subordinados, incluyendo a los de su correspondiente corte de aduladores, lo que le permite ocultar su monumental ignorancia e incompetencia.

Esta actitud inmadura y contaminante, propia de seres infantiles y primarios en reacciones y necesidades, es también propia de personas ociosas, que se creen seguras en su status, sin riesgos que superar y metas que alcanzar, sino la de asegurar su posición y territorio.

El Marqués de Gestas

Por otro lado, tenemos la subespecie del Marqués de Gestas, y que en realidad es un insoportable perfeccionista. Con todas las actitudes propias de los marqueses con respecto a sus infelices subordinados, se añade a las emanadas de su gran exigencia profesional. Lo percibe todo como un reto a superar satisfactoriamente, hasta lo más minio, presentando con esta actitud una nula capacidad de disfrutar de los éxitos,(al contrario del Marqués de las Pamplinas que vive de por vida con uno o medio) o de asumir fracasos, volcando entonces su rabia y frustración hacia sus inferiores pues al fin y al cabo considera que son los responsables y que además conspiran contra él.

No creamos que este exceso de exigencia implique una búsqueda de la excelencia en los archivos, sino puro perfeccionismo estéril, y provocará graves trifulcas hacia sus subordinados por infracciones o deficiencias intrascendentes y absolutamente prescindibles, y que no compensan tampoco su acertada capacidad de adelantar problemas y escenarios.

¿Se pueden erradicar al Marqués de los archivos públicos o privados?

¿Se pueden erradicar estos títulos de nobleza en los archivos públicos o privados? Es curioso como a veces problemas tan arraigados tienen soluciones tan simples, y cómo la Vanidad incapacita para entender y adaptarse a cambios y mejoras.

Por parte de administradores y gestores, sobre todo en las administraciones, se están implantando normativas, indicadores, roles registros, modelos de documentos, tablas de valoración de la documentación, especificaciones técnicas para aspectos concretos de la gestión de los documentos de archivos, y que están produciendo varios efectos beneficiosos.

1. Estas indicaciones y documentos están emanados y aprobados por instancias y organismos superiores al que ocupan estos especímenes, y por tanto se ven obligados a acatarlos.
2. Estas indicaciones y documentos deben ser implementados por profesionales, perdón, por buenos profesionales, por lo que se está produciendo una mayor profesionalización de los archivos, excluyéndose a supuestos profesionales mediocres o incluso espontáneos de los archivos.
3. Estos efectos atacan la raíz de la existencia de estos individuos, su arbitrariedad, por lo que se ven abocados a la inacción y vivir de las rentas.

¡Desde luego que es apasionante trabajar en los archivos!